PRESENTACIÓN DE LA OBRA ‘GONZALO GODOY, SU LEGADO
Jacqueline Costales Terán
Martes 24 de octubre de 2023
Teatro Daniel León-Riobamba
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Nació músico,
creció músico,
se hizo músico,
regaló música,
enseñó música,
compuso música,
grabó música...
El compositor Manuel de Falla plantea que la música no sólo es el arte más joven, sino tal vez el único cuyo ejercicio, si ha de ser eficaz, exige completa juventud de espíritu.
El chimboracense Luis Gonzalo Godoy encarna dicha aserción por múltiples razones: porque creció en un entorno musical único e incomparable, porque desde niño sintió un profundo amor por el acordeón, porque en Sicalpa, población que lo vio nacer, la fe y la música fueron consustanciales a su cotidianidad y a la cultura.
Por las calles y callejas de Sicalpa, asiento primigenio de Riobamba, bullía el devenir de los fieles y halagaba los sentidos en el buen paso de las matronas mientras en los escenarios, decorados con cirios, guirnaldas y flores, los músicos interpretaban sus repertorios con los inciensos de la pulcritud, la unción y la disciplina. Para el músico, aun el más apacible día germinaba oportunidades para departir con los vecinos, conocer nuevos amigos, deleitar a forasteros o gestar anécdotas e historias de romances y desengaños que la creatividad popular al rato osaba calzar en letras de canciones…
Situado en la década de 1940, años de dramática conmoción mundial, Gonzalo Godoy, como otros jóvenes artistas de su generación, soñaba con recorrer el mundo, visitar la emblemática Plaza Garibaldi, rezar en la Iglesia de Guadalupe, honrar la cruz de Cristo en Tierra Santa… Lejanos se veían los días de cumplir cada uno de dichos anhelos de su alma trashumante, por lo mismo, nada mejor que comenzar temprano, antes de cumplir los veinte, y lanzarse a la Colombia de la cumbia y el porro tras habérselas jugado hasta en el último recoveco de Guayaquil y otros entornos del litoral entonces habituados a las ‘olimpiadas musicales’, demandantes jornadas que convocaban a músicos conminados a tocar a días seguidos, sin otro afán que deleitar a multitudes para que en el hogar propio, más allá de las distancias y las nostalgias, no faltara la palanqueta diaria para cada hijo.
Desde los años 50 del siglo pasado el puerto principal oyó resonar el nombre de Gonzalo Godoy gracias a los timbres, cadencias y sonoridades con que su acordeón fue impregnando las grabaciones de los temas en boga, algunos tan memorables como los que llegó a grabar junto al gran Julio Jaramillo. Entre grabaciones y serenatas, el joven Gonzalo conoció la famosa ‘Lagartera’, sitio en el que deambulaban los artistas a la espera de ser contratados para eventos públicos o privados siendo incierta la buena ganancia, no se diga la hora del retorno y el descanso.
Gonzalo Godoy pertenece a la cuarta generación de una afamada familia de músicos y compositores chimboracenses ‘los Godoy y los Pulgar’. Se inició como maestro de capilla de la iglesia de Santa Rosa de Riobamba, sustituyendo periódicamente a su abuelo Agustín Godoy Velarde, desempeño que le dio la oportunidad de visibilizar su talento al punto de convertirse en personaje respetado y admirado por quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo y escucharlo.
En Guayaquil, en 1944, también fue Maestro de Capilla de la Iglesia de La Victoria y pianista de varias programaciones de radio Cenit y Ortiz. En 1946 viajó a Colombia donde fue pianista de Radio Pacífico de Cali y de varios establecimientos nocturnos del puerto de Buenaventura. En 1949 retornó a Riobamba y al año siguiente, 1950, se ocupó como maestro de capilla de Santa Rosa y pianista en varios programas de radio de la localidad.
Desde 1952, se desempeñó como acordeonista de los conjuntos: Los Típicos Andinos, Los Condorazos, Los alegres provincianos y la famosa orquesta Los Ángeles del Infierno. En 1955 retornó a Guayaquil, donde integró el marco musical del dúo Aguayo Huayamabe y de los Hermanos Castro; desde ese año, hasta los setenta acompañó a los artistas más populares del país en múltiples grabaciones y presentaciones. Desde 1957 trabajó en Guayaquil, con el arpista Gonzalo Castro, con el guitarrista Pedro Chinga y otros músicos, en programas de Radio Cristal y en shows para turistas.
De 1956 a 1982, integró las orquestas de baile: Falconí Jr., Hermanos López, Tropical Boys, Los 5 Latinos, Los Corraleros del Valle y otras agrupaciones. En los años setenta integró el conjunto musical que acompañaba a los artistas del Programa Puerta a la Fama, de Telecentro, Canal 10 de Guayaquil. En 1982 se radicó en Riobamba, donde laboró como Maestro de Capilla de la Iglesia de San Antonio, Loma de Quito. Desde 1992, se trasladó a la ciudad capital, donde vive actualmente y donde hasta 2019 ejecutó música religiosa en los Templos de la Compañía de Jesús y Santo Domingo.
Bajo el sello Aravec, fundado junto a su familia, se editaron magníficas colecciones concebidas en torno al pasillo, el yaraví, la canción infantil, la nueva canción, la canción religiosa, la música bailable y la “música étnica”, destacando entre estas producciones los Carnavales Aravec, carnavales que, partiendo de lo tradicional, definitivamente consolidaron el género como una manifestación literaria y musical vigente hasta nuestros días.
Gonzalo y su amada esposa Rosita Aguirre procrearon una docena de hijos, quienes retribuyeron tanto amor en una veintena nietos. Como extensa es la familia de Gonzalito, numerosas son sus composiciones: La romería, Tonos mañaneros, los carnavales de Colta, San Andrés, Guamote, Chimborazo; temas religiosos, tonos de niño, valses, sanjuanitos y tonadas entre las que destaca Rosita hermosa, dedicada a quién ha sido y seguirá siendo su mayor fuente de inspiración: doña Rosita Aguirre.
Gracias al legado de un artista como Gonzalo Godoy, personaje toral de la cultura ecuatoriana irradiada desde Chimborazo, la música se mimetiza con el músico, convirtiéndose en su segunda piel, en su sombra, en el alma de su proceso vital. Si bien, el maestro Gonzalo aprendió a tocar el acordeón como una forma de expresión y entretenimiento, su vida estaba destinada a ser más asombrosa que cuanto hubiera imaginado, como bien lo testifican quienes lo conocieron de manera más íntima, pero también quienes día a día disfrutamos y admiramos el legado inherente a exquisitos repertorios.
En torno a su vida y legado se pronuncian, pues, sus hijos y allegados en más de una decena de capítulos del hermoso libro que esta noche nos honramos en presentar, volumen primorosamente dispuesto como un florilegio de remembranzas, disquisiciones y afectos: Mauricio Viteri, Presidente de la Fundación Pasillo Ecuatoriano, realiza la primera presentación de la obra; Angélica Durrell ofrece un segundo franqueo desde su sentir de artista; el filósofo Efraín Sigüenza, con espléndida prosa, decanta la vida del personaje; Mario Godoy Aguirre, editor y autor del libro, propone una sorprendente “Radiografía de un músico popular”; Franklin Cepeda Astudillo, coordinador editorial de la obra, despierta nuestra memoria auditiva con sus “Postales acústicas de Gonzalo Godoy”; Rodolfo Muñoz, connotado periodista, ofrece una esmerada reseña vivencial; Cecilia Godoy Brito, con el acápite “Regalo de la vida”, brinda emotivo homenaje a su ilustre abuelo; Maricarmen Godoy, con la crónica “Entre mi padre y yo” espiga sus mejores recuerdos de infancia y juventud; Iliana Cervantes reflexiona sobre ese acordeón que llevó a Gonzalo Godoy a la cumbre de la música popular ecuatoriana… En un último tranco, Guadalupe Godoy lo describe como Soñador y apóstol de la belleza mientras Rossi Godoy Estévez, traza un emotivo puente generacional entre “el guambrito” y el “abuelito” y Lilian Godoy nos conmueve hasta las lágrimas con su sentida evocación de “Rosita, la enfermera”.
A más de los capítulos mencionados, este libro incluye una nómina de más de un centenar de artistas a los que acompañó el maestro Gonzalo Godoy en diferentes grabaciones y presentaciones; un ilustrativo Glosario, un curioso Calendario festivo, una extensa y bien curada memoria fotográfica enriquecida con marbetes históricos, recortes de prensa, pinturas, enlaces a páginas y registros de internet con canciones y testimonios de su brillante trayectoria.
Al leer y releer estas páginas, he sentido y confirmado una profunda admiración por el artista y legítimo orgullo de ser coterránea de tan preclaro caballero, acordeonista, maestro de capilla y compositor. Resulta muy difícil compendiar una experiencia de vida tan amplia, intensa y destacada en una recensión, y más difícil aún si el libro y la trayectoria que la propician corresponden a un ser humano cuyo talento, carisma y generosidad, de tan abrumadoras, desbordan las fronteras patrias.
Qué duda cabe que este libro-homenaje, junto con el contundente libro de partituras dirigido a músicos y repositorios especializados que lo acompaña, es también producto de la munificencia, de la gratitud y de la responsabilidad histórica de una familia consciente de su herencia cultural, herencia que llega hasta nuestras manos gracias a la labor de dos brillantes y talentosos editores: Mario Godoy Aguirre, musicólogo de amplia trayectoria, quien convocó a sus autores, recabó y seleccionó una serie de materiales representativos de la vida y trayectoria de su padre para ponerlos al cuidado de Franklin Cepeda Astudillo, historiador y editor que, con su habitual profesionalismo, es el arquitecto de estas páginas en las que no solo se recrean las coordenadas biográficas y sonoras del maestro Gonzalo sino el universo ontológico de los autores y compositores de una importante época musical en el país y en Latinoamérica.
Riobamba rinde en esta noche un justo, digno y sentido homenaje al gran ‘Caballero del acordeón’, ese acordeón que en este mismo teatro ha resonado y en la patria toda resuena con la eufonía de sus trigales, con el trepidar de los vientos de octubre, con el inminente civismo de noviembre, con las dulzuras de diciembre, con la tonada de sus ríos y valles, con las clarinadas de abril, con los destellos más nítidos del Coloso Monte y con el aplauso efusivo de su gente.
Nuestra enhorabuena para todos quienes han hecho posible la forja y entrega de esta joya editorial, joya que recomiendo leer con detenimiento, paladeando cada renglón de memoria que fluye a través de significancias que develan una realidad: lo evidente y lo trascendente, porque la música no es solamente una combinación de sonidos, notas y acordes, sino que está en constante confluencia con la poesía y por ende con el sentimiento y la vida.
Inicié mi intervención evocando unas líneas procedentes de un poema y al despedirme vuelvo a evocar dichas líneas, alumbradas por Mario Godoy Aguirre; quien como Mario para encabezar esta nueva empresa cultural dedicada al coterráneo, al amigo, al abuelo, al padre, al artista, al hombre que Nació músico, / creció músico, / se hizo músico, / regaló música, / enseñó música, / compuso música, / grabó música...
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Señoras y señores.